
Ciertamente, la vida, y el éxito o el fracaso en nuestras vidas, son la consecuencia de una serie de decisiones que tomamos a diario. Siempre hemos oído decir que somos el producto de nuestras decisiones; y es muy cierto, cuando tomamos una decisión, ponemos en evidencia nuestro ser.
Aunque no exista una píldora mágica que pueda asegurarnos tomar decisiones correctas, sí hay algunas preguntas que nos podemos hacer que nos ayudarán a tomarlas:
La prueba personal: ¿Hacer esto me acercará más a Dios.
La prueba práctica: ¿Hacer esto dará buenos resultados?
La prueba social: ¿Hacer esto ayudará a otros a parecerse más a Jesús?
La prueba universal: ¿Cómo sería el mundo si todos hicieran esto?
La prueba bíblica: ¿Lo cataloga la Biblia claramente como algo malo?
La prueba de la mayordomía: ¿Es un desperdicio de los talentos que Dios me dio?
La prueba misionera: ¿Hacer esto ayudará a que otros vean a Cristo en mí?
La prueba del carácter: ¿Hacer esto va a fortalecer mi carácter?
La prueba de la publicidad: ¿Me gustaría que mis amigos supieran que hice esto?
La prueba del sentido común: ¿Tiene sentido hacer esto?
La prueba familiar: ¿Hará quedar mal a mi familia?
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