He aquí algunos ejemplos de lo que ocurre cuando retrocedemos en nuestros anhelos de marcar la diferencia:
Se reverencia a personas con títulos y posiciones independientemente de sus caracteres o sus habilidades de liderazgo.
Se sacrifica una cultura de franqueza y un sistema de privilegios basado en los méritos por una cultura de políticas y derechos.
El enfoque cambia del honor en el servicio y el sacrificio por la demanda de nuestros derechos individuales.
Las personas se apoyan en políticas, regulaciones y legalismos en lugar de la intuición y el sentido común.
La organización avanza lenta y perezosamente mientras las personas esperan con cautela por instrucciones para marchar o permiso para actuar.
Se crea una cultura de narcisismo que está tan internamente enfocada que se desconecta de las realidades del mercado.
El miedo y la paranoia toman el control, mientras que el "ellos" se vuelve una excusa para no actuar.
Las personas se esconden anónimamente detrás de la burocracia para no tener que asumir responsabilidad.
Se reprimen el riesgo y la experimentación que preceden a la creatividad y la innovación.
Las personas que sí asumen su responsabilidad resienten a los que no lo hacen, y la moral cae al suelo.
Las expectativas se vuelven poco realistas pues responsabilizamos a la administración por nuestro éxito y realización personal.
Se esconden errores pequeños debajo de la alfombra y se convierten en errores grandes.
Lo que quiero enfatizar aquí es que tal vez necesitamos esperar menos de las personas que nos rodean y exigirnos más a nosotros mismos. Quizás necesitamos dejar de esperar por que alguien en posición de autoridad nos dé permiso y no poner en manos de otros nuestra satisfacción en el trabajo y en la vida.
Dios te bendiga...
Muy buen resúmen!!!